Y después de 4 años, volvieron. El encuentro de los Stone Temple Pilots con sus fanáticos chilenos, estuvo lleno de gloria, de energía, de magia, de entusiasmo, de remembranzas y de una complicidad envidiable.
De izquierda a derecha, sobre el escenario, y mirando desde el frente, estaban Robert De Leo, bajista; Jeff Gutt, vocalista, la guitarra de Dean DeLeo y tras ellos, el baterista Eric Kretz. Puntuales, salieron al escenario a dejarlo todo, a las 21:00 hrs.
El Caupolicán, como otrora, estaba de tope a tope, lleno total, con un público marcadamente adulto pero lleno de vitalidad. Acaso muchos, añorando sus años 90´s, y viviendo en este momento de sus vidas, la experiencia de presenciar el paso de los años de una banda que, seguramente, marcó con su música más de algún momento de vida.
La conexión fue inmediata, hubo complicidad, coqueteo, un armonioso juego en el que Jeff cupo de manera especial. Llenó el escenario, se movió por cada punto de este, se descolgó de frente, puso el micrófono hacia el público y hasta, como antaño, se tiró sobre los brazos de los fanáticos que, en esa complicidad, lo acogieron y cuidaron para volverlo al escenario.
En tanto, Robert y Dean, se mostraban en todo su esplendor, con más de 30 años de experiencia sobre los escenarios, jugaban sobre seguro con sus notas, haciendo que sonaran como en los inicios. No hubo ningún exceso, las guitarra y el bajo sonaron filudos y en todo esplendor, sobre todo en los temas más emblemáticos y que más encendieron al público como “Interstate Love Song”, “Vasoline”, “Sex Type Thing”…
En resumen, una noche redonda en donde el rock, con forma de Grunge, se vistió de gala para desempolvar canciones, revitalizar a sus fans y dejar una nueva marca imborrable, en uno de los escenarios más icónicos de la historia musical de nuestro país.
Como siempre, en este tipo de espectáculos, la producción no tiene problemas de desórdenes, peleas y desmadres; por el contrario, muchos padres, hijos, parejas, mujeres solas, participaron y disfrutaron un concierto sobresaliente, porque nos encontramos con una banda que si bien no es de las más populares, tiene su nombre escrito con fuego, para siempre, en la historia del rock que nunca muere.
